sábado, 19 de septiembre de 2020

SHERLOCK EN BUENOS AIRES, DE MARIO MÉNDEZ, EN LA COLECCIÓN CLÁSICOS CONTEMPORÁNEOS DE LA EDITORIAL ARGENTINA SM

Quién con algo de sangre en las venas no habría querido colaborar con Sherlock Holmes?, se pregunta el protagonista de Sherlock en Buenos Aires, obra que rinde culto al ícono creado por Conan Doyle. Junto a Vallejos, personaje que nos lleva a evocar La liga de los pelirrojos y al propio Watson, los lectores disfrutarán de la rigurosidad analítica de una trama llena de sorpresas.

Buenos Aires es una ciudad extraña, misteriosa; entre sus avenidas de neón y sus carteles luminosos podemos avistar cúpulas casi tan antiguas como la nación; fue fundada dos veces y, pese a estar bajo el amparo de la Virgen, en su centro se yergue un obelisco pagano y en sus barrios todavía conviven fantasmas, duendes y hechiceros. Su puerto, siempre dispuesto, ha recibido visitantes de todo el globo, muchos de ellos grandes personalidades: García Lorca, Juan Pablo II, Queen… Sí, ya sé, la mayoría vino por el aeropuerto de Ezeiza y no por el puerto, pero entienden el punto.

Los que sí han desembarcado en el puerto de La Boca fueron los inmigrantes que, aún hoy, dejan su huella de colores pintorescos. ¿Cuántos barcos habrán pasado por nuestras aguas? ¿Cuánta gente habrá bajado de ellos, con miedo, esperanza, angustia? Entre tanto ajetreo, allá, en los albores del siglo, cuando el cocoliche parecía la lengua oficial, un hombre alto, de nariz ganchuda y gorra de cazador, no hubiera llamado mucho la atención. Ni siquiera su inglés atildado y sus modales elegantes habrían destacado.

Tal vez, algún empleado portuario se hubiera reído a sus espaldas, antes de ser reprendido por aquel sujeto a quien nada se le escapaba. Un hombre con un nombre que el pobre encargado de la aduana no habría sabido escribir correctamente… a menos que fuera un gran lector.

Un nombre que huele a tabaco para pipa, sabe a brandy y suena como un acorde de violín. ¿Ya adivinaron de quién hablo? Si necesitan más pistas puedo recomendarles al detective más famoso del mundo y él los ayudará. Simplemente sacará su tarjeta y leerán: Sherlock Holmes.

La Editorial SM, a través de su sello y el marplatense Mario Méndez (1965), nos presentan esta historia como un testimonio real: un manuscrito datado en 1905 (cuya antigüedad verificaron los expertos) y transmitido, en secreto, de generación en generación por la familia Vallejos, junto con la única prueba de veracidad sobre el asunto: un baúl gastado y maltrecho con las iniciales S.H. grabadas en la tapa. Después de la breve nota saltamos directamente a la historia.

En 1905, el investigador londinense es contratado por el ministro Bailey, encargado de la Embajada Británica, para encontrar a su hija Elaine de veintiún años quien lleva tres meses desaparecida y nadie es capaz de encontrarla o hallar pistas sobre su paradero. Ni pedidos de rescate, ni carta de despedida ni nada. La joven sencillamente parecía evaporada. Para resolver este caso, Holmes llega sin su fiel doctor Watson, pero no estará solo: Manuel Vallejos, un joven porteño, pelirrojo y de ascendencia escocesa, se desempeña traductor y cadete en la Legación y es asignado como el nuevo asistente del detective. Es él quien lleva el registro escrito del caso que luego permanecerá en su familia.

También resulta ser el verdadero protagonista del relato llevando la investigación de un caso subsidiario: la desaparición del baúl de Holmes. Esta investigación lo mantendrá ocupado la mayor parte del relato y bastante alejado del que se suponía era el misterio principal. Esto tiene un gran punto flojo: se supone que Vallejos debía desempeñarse como traductor para Sherlock, sin embargo, este último es capaz de resolver el caso e incluso desplazarse hasta el campo sin ayuda de su asistente. Asimismo la desaparición de Elaine queda reducida a segundo plano ante el problema del baúl aunque este objeto parece carecer de mayor relevancia.

Pese a esto, la historia es disfrutable y utiliza varias de las aficiones del mítico residente del 221B de Baker Street, como claves para la resolución del caso, en especial el gusto por la apicultura y además nos lleva en un paseo por el tiempo y el espacio recorriendo la ciudad de principios de siglo XX.

Después de la novela de Sherlock en Buenos Aires, pasamos a la sección de estudio literario con las razones para leer un clásico, un análisis de la vida y obra de Arthur Conan Doyle, quien diera vida y muerte a Sherlock Holmes (y también lo resucitó a pedido de los fans), la evolución del género policial y un breve resumen de “La Liga de los Pelirrojos” para finalizar con dicho cuento, traducido por Evelia Romano.

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