Como en la mayoría de narraciones protagonizadas por Holmes, es el doctor Watson, su inseparable compañero, quien narra la historia. En la primera, Estudio en escarlata, el doctor Watson, un médico militar que se ve obligado a retirarse a causa de una lesión, llega a Londres buscando un piso que no le resulte demasiado caro y al poco se encuentra compartiendo apartamento con un tal Sherlock Holmes que ejerce de detective y que es célebre por sus excentricidades. Así, Holmes y Watson acaban metidos en un misterioso caso que tiene todos los componentes de ser una venganza que se ha preparado muy cuidadosamente.
En la segunda novela, El signo de los cuatro, el detective Sherlock Holmes debe resolver una intriga que tiene su origen en la India colonial. Mary Morstan, una joven atractiva de quien Watson queda totalmente fascinado, pide la ayuda del célebre detective para descubrir quién está detrás de las valiosas perlas que ha ido recibiendo cada año desde la desaparición de su padre, un capitán del ejército de la India desaparecido hace diez años en extrañas circunstancias.
El peso de la traducción recae también, como en los anteriores cinco volúmenes, en la mano de Xavier Zambrano, y el autor de los epílogos, Josep Lluís Martín Berbois, en esta ocasión nos hablará en ellos desde el nacimiento de Conan Doyle hasta poco después de la publicación de El Signo de los Cuatro.
Seguramente en el próximo año 2024 se completará el Canon Holmesiano en catalán con un séptimo y último volumen, que incluirá El Perro de los Baskerville y El Valle del Terror.
Su autor, Sir Arthur Conan Doyle (Edimburgo, 1859 - Crowborought, Sussex, 1930) nació en la capital escocesa, ciudad en la que creció y estudió Medicina. Una vez completada la carrera, abrió consulta médica, pero como su clientela era más bien escasa, empezó a escribir pequeñas historias que consiguió que aparecieran en la prensa. En 1887 publicó la primera novela, Estudi en escarlata, protagonizada por un carismático investigador llamado Sherlock Holmes, y tres años después apareció una secuela, El signo de los cuatro. En 1891 se trasladó a Londres para ejercer de oftalmólogo, aunque en la capital británica tuvo menos suerte. En aquellas tardes de quietud en su consulta, mientras esperaba que le requiriera algún paciente, empezó a escribir relatos breves en torno a aquel perspicaz detective, con los que alcanzaría un éxito fulgurante que le permitiría dedicarse exclusivamente a la literatura. Además de las obras sobre Sherlock Holmes, que es lo que se llama el «canon holmesiano» (cuatro novelas y cincuenta y seis relatos), también escribió novelas históricas y de ciencia ficción, así como crónicas bélicas y ensayos sobre espiritismo.
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