Una comitiva hispana que visita Inglaterra está encabezada por el joven Alfonso XIII y su madre, la reina regente María Cristina. Coincidiendo con los actos oficiales, tiene lugar una representación musical en St. James Hall protagonizada por el prestigioso violinista Pablo Sarasate. Allí acude un entusiasmado Holmes y un no tan encantado Watson. En mitad de la representación se escucha un disparo y el pianista que acompaña a Sarasate cae sobre el piano. El hombre muere pero antes de hacerlo sus dedos de la mano derecha, ejecutan, de forma aparentemente delirante, unas cuantas notas al teclado. Las investigaciones comienzan en el acto. La policía indaga en el pasado del pianista y descubre que era un hombre que había estado envuelto en varios líos de faldas en Barcelona y que, incluso, había sido amenazado de muerte. Eso, y una nota manuscrita a través de la cual el asesino se había introducido en uno de los palcos, hace sospechar que el culpable de todo no es otro que un marido español engañado. Sin embargo, Sherlock Holmes no las tiene todas consigo y pronto descubre que el pianista formaba parte de un grupo de republicanos catalanes independentistas y que, al parecer, iba a abandonar dicho grupo. Holmes sospecha que la vida del joven Alfonso XIII puede correr peligro en su visita a Londres y que alguien ha querido quitarse de en medio al pianista antes de que pudiese denunciar la conspiración. Holmes, de todas formas, no tiene ninguna prueba. Eso sí, tiene una melodía delirante interpretada por el pianista antes de morir…
Fantástico pastiche. Una vuelta de tuerca más a la pasión por la música de Sherlock Holmes (y también de Burgess). Una nueva aproximación a Sarasate y su aproximación a Holmes que tanto recuerda a “La aventura del quinteto inacabado”, de Santiago R. Santerbás. En fin, una maravilla que merecía ser mucho más conocida.
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