domingo, 12 de mayo de 2024

¿SHARDLAKE O SHERLOCK? SE VISLUMBRAN BOSQUEJOS DE SHERLOCK Y WATSON EN LA NUEVA SERIE DE DISNEY+ MATTHEW SHARDLAKE: INTRIGA, MISTERIO Y ASESINATO EN LA INGLATERRA DE LOS TUDOR

Matthew Shardlake sufre de escoliosis, camina algo encorvado y tiene una mano completamente inútil, pero lo particular es que Arthur Hughes, quien lo interpreta, también es discapacitado (en su caso por displasia radial) y ello no le ha impedido, sin embargo, desarrollar una carrera teatral e incluso convertirse en el primer actor en no necesitar fingir discapacidad para interpretar al Ricardo III de Shakespeare.

Es además abogado e investigador (en versión original la serie se llama simplemente Shardlake, lo cual tiene otra fuerza y acentúa la semejanza fonética con “Sherlock”) y, a las órdenes de Thomas Cromwell (Sean Bean), trabaja para la monarquía de los Tudor. Esta primera temporada transcurre durante el período de disolución de los monasterios, habiendo ya ocurrido la ruptura entre la corona británica y el papado, así como también la ejecución de Ana Bolena y el ascenso al trono de Jane Seymour como tercera esposa de Enrique VIII (única que le dará el hijo varón que tanto anhelaba).

En ese contexto, Shardlake es enviado por Cromwell al monasterio de San Dodato, en Scarnsea, para investigar el asesinato de su comisionado Robin Singleton. El motivo es claro: lo que quiere Enrique VIII (que jamás aparece) es un argumento legal para ordenar el cierre del monasterio y poner sus tierras y bienes a disposición de la corona. Y a Cromwell (tan maquiavélico en esta caracterización como en su versión histórica) no le interesa la verdad, sino las pruebas, sin importar que sean apócrifas o adulteradas.

Pero además y como buen Sherlock, Shardlake tiene su Watson, solo que se trata de un ayudante que prácticamente le ha sido impuesto y que forma con él una dupla antagónica casi de "buddy cop", pero en el siglo XVI. Su nombre es Jack Barack y está interpretado por Anthony Boyle, que viene de lucirse en la serie Los Amos del Aire y vuelve a hacerlo aquí, aun con lo radicalmente diferente del personaje.

A pesar de compartir un rechazo casi instintivo contra la Iglesia, las personalidades de Shardlake y Barack son enteramente distintas. En este último, su aversión es más visceral y por momentos impulsiva, aunque no llegamos a bucear del todo en el origen de ese rechazo que, supongo, será material de futuras temporadas.

En cuanto a Shardlake, su trauma procede de la infancia, pues se le impidió de niño “servir a Dios” por no estar hecho “a imagen y semejanza”, historia plenamente creíble de acuerdo a los cánones y criterios eclesiásticos de aquel entonces.

El lugar no puede lucir más tétrico: el monasterio está rodeado por un mustio y neblinoso bosque, así como por marismas y arenas movedizas que, en conjunto, reacuerdan a La Historia Interminable. Y en la costa, no lejos de allí, un puerto que es parada predilecta de contrabandistas.

Entre muros, los asesinatos no se detienen tras la llegada de la dupla de investigadores y hasta incluso alguno del pasado sale a la luz, a lo que se suma la misteriosa desaparición de un monje. Hay misteriosas figuras embozadas por los corredores, un joven novicio al que todos menosprecian, una criada que debe hacer de tripas corazón para soportar los frecuentes abusos, un contador sospechado de adulterar las cuentas del monasterio para evadir impuestos y un abad que no parece consciente de cuanto allí ocurre, pero que quiere alejar las sospechas y evitar el cierre.

Shardlake asume la investigación con ojo experto, siendo relevante que el tal Singleton fuera decapitado con una espada, práctica solo aplicable a miembros de la realeza ya que en las ejecuciones públicas los reos del vulgo solían ser ajusticiados con un hacha (de hecho y tras aquella farsa de juicio de 1536, fue una espada lo que cercenó la cabeza de Ana Bolena mientras que al resto de los implicados les cayó el rigor del hacha).

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