Los vecinos de Sebastián están muy acostumbrados a tener un detective en su edificio: cada vez que se les presenta un problema, acuden a él para que lo resuelva.
Sus métodos de investigación nada tienen que envidiar a los del gran Sherlock, además, Sebastián, nunca dice que no, siempre está dispuesto a resolver cualquier enigma, desde la desaparición de un gato o de unos chocolates, hasta el extraño caso de las cartas extraviadas.
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